sábado, 30 de noviembre de 2013

A vueltas con la caza

¿Qué placer siente una persona cuando mata a un ser vivo? ¿Qué sentido tiene acabar con la vida de una especie que, hasta el fatal desenlace, ha vivido en libertad? No lo comprendo. Sí entiendo aunque no lo comparto el fatuo orgullo del cazador ante las piezas abatidas. No es la necesidad la que lleva a los tiradores a ejercer su actividad. Tampoco un mal entendido espíritu deportivo pues el esfuerzo del cazador es mínimo y las aves tienen pocas oportunidades de escapar: se les ceba con arroz, se usan reclamos, son espantadas cuando buscan refugio en otras lagunas...

Desde que, hace ya unos cuantos años, los humedales de Albacete llamaron mi atención, he seguido visitándolos intermitentemente y he podido contemplar su evolución. Si, al principio eran menospreciados por aquellos que tenían cierta responsabilidad en su protección, como aquél técnico de la Confederación Hidrográfica del Júcar que me dijo que en mu provincia no había humedales o, si los había, carecían de importancia, posteriormente fueron considerados como lugares a proteger por las autoridades autonómicas. Sus valores e interés fueron evidenciados por el creciente conocimiento que de ellos se fue teniendo como consecuendia de los censos periódicos y los estudios científicos que gradualmente descubrieron su enorme valor. Organizaciones como la Sociedad Albacetense de Ornitología e instutuciones como el Instituto de Estudios Albacetense contribuyeron -y contribuyen- notablemente a este conocimiento.

En mis primeras visitas a las lagunas albacetenses la actividad de fotografiar y recoger datos a veces era perturbada -en temporada cinegética- por algún airado cazador foráneo que me recriminaba que "espantaba la caza". ¿La caza? hablamos de lo que eufemísticamente se denomina "especies cinegéticas", aves silvestres que no han tenido la delicadeza de estar en peligro de extinción y tienen buen potencial biótico. De aquí la autorización su caza y su asesinato masivo. Posteriormente fue decreciendo el interés por la caza de acuáticas en Albacete a la vez que aumentaba la sensibilidad de los responsables de su autorización. Surgieron los primeros refugios de caza, las primeras reservas naturales, los primeros espacios protegidos. Sin embargo, seguían los amenazadores carteles de "coto privado de caza" al margen de muchas otras lagunas.

En mi ingenuidad pensé que ya no había vuelta atrás. Que la evolución favorable de los humedales y su protección seguiría indefinidamente. Que ya no se cazaría más y que mis paseos no se verían perturbados por el ruido de disparos. Pero, como dice la canción, nada es para siempre. Llegó la crisis y con ella aquellos que siempre habían despreciado a las personas y movimientos sociales que luchaban por la conservación de los últimos refugios de vida, nuestros humedales. Y con ellos la inoperancia, la ignorancia interesada, la satisfacción de los intereses particulares, el desinterés interesado por el medio ambiente, por los humadales, por las lagunas y charcas de Albacete. Y cambiaron las tornas. Aquellos que actualmente tienen responsabilidad en el repeto y la conservación de nuestros espacios naturales, protegidos o no, se pliegan a intereses espúreos y autorizan el asesinato de aves acuáticas.

En Albacete, desgraciadamente, se puede hacer legalmente lo que hasta ahora se ha hecho de manera clandestina: matar aves acuáticas.

Ya no podré visitar mis queridos humedales sin el peligro de que a algún escopetero se le escape un disparo al confundirme con un azulón. Se acabó la serenidad y la placidez invernal en nuestros últimos humedales. ¡Hay que joderse!

Sólo me queda una esperanza: que tiene que llover a cántaros.

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